lunes, 30 de noviembre de 2009

La ley del boomerang


Es una amenaza muy convencional. El que te la dice te reconviene por algo que has hecho, muy serio él, asegurándote que algún día sufrirás por el presunto mal que estás haciendo ahora, aunque sólo sea colarte en el metro sin pagar (¿algún día seré taquillero del metro y se me colará todo el mundo o ya vale con un cine?). Esta gente tan admonitoria, nadie lo diría, no son ni mucho menos ajenos al mal. El mismo que me critica por hablar mal de último bastardo que se me ha cruzado en el camino no tarda mucho antes de hablar mal él mismo de otra persona que le fastidia a él. Esta ley del boomerang es absurda como todas las supersticiones. Solo está porque hay que creer en la justicia sobrenatural para no estar todo el tiempo tomándonosla por la mano. Cesare Pavese daba la opción de esperar a que nuestro ofensor sufriera alguna desgracia y el destino se vengase por nosotros. Pero eso no sirve. El mismo Marco Aurelio, emperador filósofo de Roma, ya decía que a los malos y a los buenos les suceden hechos malos y buenos. Y además estos son relativos. Si lo malo y lo bueno ya son difíciles de definir no digamos apoyar dicha ley. Y eso lo digo yo que podría haberla vivido en mis carnes. Hace años martiricé todas las siestas de una mujer que vivía sobre mi cabeza con la música de mi cadena de música. Su marido y yo nos tanteamos muchas veces pero ninguno de los dos dio nunca el paso de romperse la cara (menos mal porque el tío no andaba mal de músculos y gracias a eso todavía tengo una cara para las fotografías de carnet). En los últimos años he tenido unos jubilados sobre mí que me alteraban los nervios con sus propios ruidos. ¿Ley del boomerang? Absurdo. Eso significaría que la señora a la que castigaba la vigilia yo, estaba a su vez siendo castigada por mí porque en su momento ella también molestó a otros del mismo modo. O peor, que el jubilado este que me martiriza ahora sufrirá algún día los terribles ruidos contra él. Así at eternum. Ridículo. Este señor morirá por uno de mis ataques de rabia y entre ruido, sangre y herramientas pesadas arrojadas por mí sobre su cabeza. Esta ley no me convence ni cuando le veo un leve atisbo. En la vida he hecho de todo. Malo, bueno y regular. Todas las acciones que he llevado a cabo han tenido respuestas equívocas. El boomerang casi nunca se me ha devuelto. Sobre todo en las buenas. ¡Cuantos libros y películas he prestado para siempre jamás y no me han sido devueltos! Sólo existen la causa y el efecto directos pero es difícil descubrir todas las causas así que no sé que hacemos valorando tan alegremente los efectos. Muchas acciones negativas acabarán teniendo una sanción dependiendo de tu pericia para ocultarlas o la sagacidad de los demás para localizarlas.

He visto decenas de supuestos hombres y mujeres buenos sufrir horrores inmerecidos y bastante incómodos y otros malvados pegarse unas fiestas increíbles. Alguien puede decir que es cuestión de tiempo pero claro, también es cuestión de tiempo que nos pase algo no grato a nosotros. No creo que nadie escape de un buen disgusto durante mucho tiempo. Pero eso no significa que el universo te esté devolviendo lo malo o lo bueno que has hecho. Es sólo que el universo es así de duro con nosotros. Con todos. Tanto si estamos asesinando a una niña como si sólo estamos esperando en la parada del bus y un golpe de viento nos tira un macetero en la cabeza y morimos inocentes. El destino nos apalea que da gusto. O eso, o yo soy muy susceptible.

Algunos amigos míos harían una fiesta con la bajada del precio de la cocaína pero eso sólo redundaría en que sus ya de por sí precarios cerebros desaparecieran en el Alzheimer más absoluto. Hay quién considera terrible que todo el tiempo ciertas mujeres u hombres les acosen por teléfono o por la calle por su belleza (el pobre actor Jude Law le arrojó hace poco una naranja a una seguidora en uno de sus frecuentes ataques de ira y éxito mal llevado) y yo en cambio consideraría más terrible acosar a esa gente o recibir un zapato en plena noche por espiar embelesado su balcón. Otra vez lo relativo que es averiguar si algo es bueno o malo. Todo es opinión, decían los griegos.

Y con todo ese relativismo hay quién cree en esa ley del boomerang tan esotérica o más que hacer una pirámide y darles comida a los muertos para que se la lleven al otro mundo exactamente igual que si se fueran de turismo a Mallorca.

La única ley del boomerang que funciona es una: del mismo modo que venimos de la nada que nos dejó un breve tiempo en esta vida, regresaremos a esa nada muriendo.