miércoles, 10 de marzo de 2010

Deseos contra impoderables 0-1


Esta era mi salida de Pineda de Mar


No creo en Dios ni en el destino ni en nada. Ahora tampoco puedo confiar demasiado en mí mismo. El hombre propone y el azar dispone.

Tenía unos días libres. Había pasado el fin de semana bajo el todavía tímido sol de invierno en Pineda de Mar, una población costera dónde mis padres tienen un apartamento. El Lunes debía volver a Barcelona para unos asuntos y luego, terco en mis planes, decidí volver a pesar del frío y los copos de nieve que, “ja, qué tontería, pero si por aquí nunca nieva”. Sólo tengo una fotografía de nieve de hace unos años junto a la portería de casa de mis padres (la de Barcelona) sonriendo, con un jersey fino y una americana de entretiempo. Muy macho, tan caluroso y “antorcha humana” y hombre del norte como siempre. Además, no me gusta romper mis planes.

Todas las delicias más deseadas me esperaban como los juguetes del día de reyes a un niño. Regresaba a Pineda para estar solo, para ver mis películas más freaks en mi disco duro multimedia, para leer hasta necesitar un injerto de pestañas y puede que para escribir sin que me molestase nadie (pero en un bloc de notas de esos baratos de los chinos y a bolígrafo, el portátil no se venía conmigo, ya tiraría de Cyber y de mezclarme con la inmigración ambiente de esos lugares, un contacto con el pueblo llano es siempre interesante y a veces me llegan historias muy interesantes de las cabinas colindantes).

En el tren me aislé de los pasajeros y de una chica muy escandalosa que le contaba a su amiga y de paso a mí todas sus aventuras estúpidas con el profesor de no se qué (subí el volumen del Mp3 para abandonar su absurdo discurso). Comencé a leer otro de zombies (Zombie Island). No había leído nada bueno en internet sobre él pero a mí me gustó. Me metía en foros dónde la gente es tan imbécil que hacer lo contrario de lo que dicen es siempre un acierto. En el apartamento tenía algunos libros variados para desintoxicarme de tanto mundo postapocalíptico y carnívoro . No hay nada de malo en mezclar la alta literatura con la subcultura si sabes distinguir la una de la otra.

Empezaba a sentirme bien. Me estaban llegando ideas para unos cuentos y hasta para tres novelas que en un alarde de euforia se me ocurrió que podría escribir a la vez y en los tiempos muertos del trabajo, a lo Faulkner (alta literatura).

Y entonces la garrula que tenía delante comenzó a moverse excitada en el sentido no sexual de la palabra. Se levantó de su asiento y comenzó a fotografiar algo al otro lado de la ventana.

La nieve estaba cuajando. El paisaje no ese estaba volviendo blanco. ¡Es que apenas había otro color que ese en todo lo que veía! El camino que tan bien conocía de otras veces había desaparecido bajo la nieve. De vez en cuando aparecía el mar y eso era lo único que me mostraba la existencia de una tierra habitable, el agua.

Pensé que eso sólo me recluiría algo más de lo normal en casa pero ya está. Seguí leyendo.

Cuando llegué, casi a la vez que la garrula que desgraciadamente se bajaba poco antes que yo, el golpe de frío me dio de lleno en la cara. Estaba vestido pero me sentía como si estuviese desnudo. Ni hombre del norte ni hostias. Eso era nieve y lo demás tonterías.

Abrí el paraguas. ¿Para qué? El frío me empapaba y el viento me acercaba peligrosamente a la carretera y a los titubeantes camiones. El suelo me hacía resbalar a mí y a los neumáticos de los vehículos. Adherencia cero.

Como me estaba empapando cerré el paraguas y recibí los picotazos de los copos de nieve a no sé cuantos kilómetros por hora en la cara.

Un trayecto a pie de diez minutos lo fue de casi media hora luchando con las posibilidades de salir volando, morir acribillado por los copos de nieve, ahogado por el río que siempre se desborda allí cerca o esperando no resbalar del lado de mi nuca y de un bordillo.

Pero llegué a casa. Y allí todo debía ser bueno. Me puse algo seco y comprobé que mi madre, friolera ella, me había dejado el apartamento casi sin mantas. MMM, un contratiempo a tener en cuenta. Y mientras buscaba el modo de encender el aire acondicionado se fue la luz.

Adiós a las películas freaks, y la literatura alta, baja, mediana y de cualquier tipo, incluso a los comics. Y al calor del aparato de aire acondicionado. Me quedé a dos velas, las que tiene mi madre de adorno en el comedor de casa. Así que las encendí en una casa llena de ruidos de un viento que se quería llevar las ventanas o la casa, como el lobo feroz. Pero con las velas no leía bien y me goteaban en el libro si las acercaba mucho. Por primera vez en mucho tiempo sí deseé algo de compañía. Y es que ya puedes hacer planes ya, que como no tengas el día…

Al día siguiente decidí regresar con el rabo entre las piernas a Barcelona. Por si acaso y por si el temporal. Y entonces me encontré con mi salida a la estación tan inundada como se ve en la fotografía. Alguien en vez de pedir una pizza se había pedido una pequeña Venecia al lado de casa.

Y aquí estoy, atrapado en un pequeño lugar de las afueras de Barcelona en la Costa Brava. Tan sólo como siempre he querido y anhelando poder cargar el móvil para llamar a alguien(y sí, tengo este Cyber de cerca de casa con todos estos extranjeros a los que siento ahora tan cerca de mí).

Nunca tengo cuidado con lo que deseo y me pasa lo que me pasa.


4 comentarios:

  1. querer estar solo para leer, ver películas, escribir y demás actividades sólo posibles con luz y que esta se vaya cuando lo consigues es algo así como el suplicio de tántalo no?

    meu pobre!

    ánimo hasta que puedas volver

    besos

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  2. No me extraña nada que necesitaras compañía, yo estoy cansada de decir que el viento me da pánico.

    A veces despiertas ternura, David.

    Besos.

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  3. Madre mia!!Lo tuyo no es mala suerte es una señora putada.La proxima vez que hagas planes mira antes el parte meteorologico jajjajjja.
    Y bueno espero que en breve puedas conseguir una piragua o mejor una zodiac y puedas regresar a Barcenona
    Un beso y animo :)

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  4. Las ganas que tengo yo aveces también de llamar, para no estar sola tanto tiempo...Bueno mira tu mail, besos.

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