lunes, 4 de enero de 2010

Paranoico pero feliz


El año nuevo pasado llamaron a la Guardia Urbana porque la fiesta de los dominicanos del piso de al lado parecía una bacanal romana de Calígula y estos además, tenían la música a muchos decibelios y durante toda la noche. La Guardia Urbana se pasó a rendirles cuentas allá por Febrero.

Bueno, sólo era una fiesta en una noche en la que mucha gente, dominicana o no, suele acompañarse del ruido para sofocar los gritos de su soledad. Pero yo me pregunté antes de la fiesta… ¿Y si llamo a la Urbana porque alguien ha entrado dando una patada a la puerta, me apunta con un revolver y le dice a un compinche, justo detrás de él, que me ate y luego comience a despedazarme lentamente? Imaginemos que no quiere dinero porque sólo tiene que robármelo. Quiere hacer sus ejercicios de anatomía porque sólo eso le excita. Pero yo, ante los primeros rasgueos y forcejeos con mi puerta ya he llamado a la Urbana. ¿Puedo entretener durante dos meses a estos maleantes mientras llegan los amables oficiales? Soy muy malo contando o recordando chistes. La bebida de la nevera no me da para tanto tiempo con los maleantes, habría que salir a comprar algo.

Como la duda me agobiaba decidí salir a la calle. Pero la oscuridad, apenas aliviada por el hortera ornamentado del barrio, no acompañaba ni mis pensamientos. Si se tenía que encender alguna bombilla era la de mi imaginación. Y a ser posible rápido. La crisis ha multiplicado a los desesperados. Eso no importa demasiado si eres un insensible que ve el telediario como el que mira una corrida de toros o la última entrega de “Saw” buscando la sangre y el dolor ajenos. Pero si piensas que todos esos desesperados pueden hacerlo todo por alimentar a sus hijos y pueden no tener una fiesta de fin de año como la tuya… La cosa cambia.

La felicidad ajena es bastante ofensiva. Al menos si la tuya no acompaña. Mientras paseo por el barrio de edificios altos espero ver caer racimos enteros de gente solitaria desde sus balcones. Personas que no soportan la navidad. Pero también los hay prácticos. Cuando ven familias cargadas de comida que dejarán a medias y cuyas sobras irán a la basura, o niños con estúpidos regalos más grandes que ellos que abrirán y apenas disfrutarán unos segundos para luego tirarlos e ir a comprar otros más grandes… En fin, hay personas que no soportan eso cuando no tienen ni el dinero suficiente para pagar el recibo límite de la luz que hará que no se la corten. Todas esas familias aparentemente felices y algunos de esos odiosos petardos de fiesta, y esas consignas de felicidad a toda costa que al hundido lo hunden mas como al afectado de desamor le hunden los besos y manoseos de las parejas en los parques... No se les puede culpar tanto si optan por el asesinato y el robo esa noche. Pero que no les culpe no significa que no me preocupe. Es muy fácil ser comprensivo y perdonar cuando no tienes al maníaco del cuchillo delante de ti. En fin…

Esa noche celebré una fiesta y la fiesta volvió a ser buena y este año me llegó más tranquilo y feliz que otras veces… Las calles estaban tranquilas. Los únicos paseantes por ellas eran los fantasmas de mi paranoia pasajera.

Y después de todo no es a la Guardia Urbana a la que debería llamar en esos casos.

Hay cuerpos de policía más contundentes, más rápidos. Eso espero.

Este año sólo he corrido el peligro de morir como Shakespeare, de un atracón.

Empiezo un nuevo año sin promesas claras.

Sólo la de ser más feliz que en los precedentes.

La crisis de la que salgo no depende de los mercados internacionales.

4 comentarios:

  1. Conocer las cosas que nos hacen desgraciados, ya es una especie de felicidad, pues soñamos, inventamos y buscamos el cambio para mejorar. Saludos desde Petardylandia. PD: gracias por hacerte seguidor.

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  2. En primer lugar gracias por seguir mi blog es un autentico placer.

    Me parece un texto como poco estremecedor y alucinante, seguire leyendote.
    Saludos Eternos.

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  3. Es la navidad la que sufre paranoias insolentes.
    Lo prometido es deuda - promesa para el futuro-y nuestras crisis se joderán con las reformas necesarias. Estamos cogiendo la sartén por el mango.
    Un beso.

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  4. El marbete "feliz año", te parecerá entonces una frase tan manida que quizás la rechaces de plano. Pero, al menos, no tiene ni el acento ni los decibelios dominicanos y no vas a necesitar llamar a la guardia urbana. El imperativo de ser feliz en Navidad es tan artificial como el consumismo de estos días. Feliz año. Pero, ¿oigo la sirena de la urbana?

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